Guggenheim
El museo se abrió ante la ciudad como algo que lo invadia, pero no nos rechazaba con un aspecto hostil sino que sus curvas nos hipnotizaban y no nos dejaba. El lugar es conflictivo y la ria le otorga un ambiente poetico.
Dentro del museo, por la entrada de la tienda, las curvas que veiamos fuera parecian haber muerto. Solo era un descanso visual. Al bajar unas escaleras, de un caracter blando y organico, se llegaba a un vestíbulo enorme. Una vez superadas las barreras de seguridad necesarias, el espacio se abria ante nosotros y nos arropaba. El museo es un gran espacio organico al que se le añaden piezas en cada una de las alturas. Exite un recorrido entorno a ese gran espacio, totalmente blando y sensual, que se puede realizar sin atender a ninguna indicación.
Los espacios que se abren de esta manera resultan amenazadores normalmente, pero aqui ocurre algo distinto. La escala del museo es la que se podria esperar de espacios asi: grandes salas de techos altisimos, con corredores a una altura menor y espacios centrales que organizan un recorrido. El espacio central es soberbio pero sus curvas tranquilizan. No te hacen sentir un ser insignificante todo el momento. El ambiente está muy bien iluminado; la luz es clara pero no molesta.
Los materiales que se perciben no son muchos. Metal, yeso y marmol. El metal es parte esencial del museo, lo cubre por fuera y dentro y constituye su esqueleto, el yeso decora las paredes blancas que te hipnotizan e invitan a realizar el recorrido y el marmol del suelo refleja todos los brillos.
Kursaal
El edificio se situa en un entorno de un gran movimiento, con un agitado mar de un lado y una ciudad que no descansa. Por eso, te recoge y protege del exterior, aunque no invita a entrar. Sus lineas rectas cortan el entorno de una forma fria y dolorosa. Parece una roca, de diseño.
El espacio exterior e interior están sensiblemente conectados, hay una ligera continuidad. El vestibulo regala un ambiente relajado que calma y prepara para lo que viene a continuación. La orientación dentro es complicada y obliga a mantenerse altera a las indicaciones. Puedes desorientarte con facilidad. Esto es debido a los largos corredores que se abren en ciertos momentos y grandes espacios con escaleras. Sin duda es un espacio que se espera desde el exterior: una caja misteriosa con un laberinto complicado.
La iluminacion es el mejor aspecto del Kursaal. Los grandes corredores no están en una penumbra sino arropados por paredes de luz. Gracias a un tratamiento del vidrio la luz entra pero no vemos el exterior. La madera es la gran protagonista del espacio. La tenemos por todas partes. Especialmente interesante son los dos auditorios. El mas grande ofrece unas vistas espectaculares y, por supuesto, una acustica muy buena. La s ciruclaciones en ambos son correctas.
Museo Jorge Oteiza en Alzuza
Alzuza es un pueblecito bastante solitario. Su caracter rural es aprovechado por el museo. El exterior se presenta como una continuación del pueblo pero añade unas notas personales. Se integra con el pueblo en mayor medida, pero personalmente pasa relativamente desapercibido. No nos invita a entrar
El interior es muy confortable y predecible. Es un museo en el que predomina lo horizontal. Hay una bonita escalera, y unas tortuosas rampas, pero es esencialmente un espacio plano. Es relativamente facil orientarse por el museo, existe un reocorrido que nos lleva por todas las salas. Los baños están bastante escondidos
El ambiente es reducido, con techos bajitos y paredes muy separadas. Esto refuerza esa sensacion de estar aplastado. No es una escala como la vista en el Guggenheim ni mucho menos. Hay una sala central a doble altura que oxigena y atrapa la luz. Grandes ventanas de pared a pared funcionan como cuadros o paisajes donde las figuras de Jorge Oteiza están en primer plano
Los materiales en el museo son una continuacion del caracter rural visto en el exterior, en el pueblo. Hay un uso predominante de la piedra
